lunes, 24 de junio de 2013

HAIJIN. La que escribe haiku.

Estoy sentada delante de la pantalla pensando en qué decir para presentar al mundo este nuevo blog...Suena un martillo en el piso de arriba y casi escribo un haiku, algo así como: "toc, toc, toc, toc, toc"...ya tengo las cinco sílabas del primer verso..."parpadea el cursor"...las siete del segundo..."pienso en ti"...las cinco del último...Al mismo tiempo muevo los dedos contando sílabas, permitiéndome licencias poéticas que hasta hace poco desconocía en mi intento por descubrir la esencia del haiku. Y me atrevo a llamarme haijin consciente de lo lejos que estoy del primer haijin, Matsuo Basho. Quizá lo único que me acerque a él sean los cinco años vividos en Tokio, el inicio de un viaje como el que él comenzó:

"Siguiendo el ejemplo de un antiguo sabio chino, que había recorrido miles de leguas sin preocuparse de la comida hasta alcanzar la suprema vacuidad, un día abandoné mi humilde choza junto al río Sumida y me puse a caminar. Fue durante la octava luna de otoño del año 1684 y soplaba un viento helador" (Japón y España: acercamientos y desencuentros. Ed. Satori)

Sujeto en mis manos dos libros de haiku: uno de Basho y otro de Soseki. Quiero empezar con un haiku y decido que el azar escoja por mí. Cierro los ojos, los muevo en mis manos y abro uno de ellos, aún con los ojos cerrados:



Y desde mi almohada                         makurabe ya
 se ven marchar estrellas.            hoshi wakaren to   
Va abriendo el alba.                          suru ashita

Natsume Soseki